Desde hace varios años “la derecha” ha caracterizado al enemigo populista como “kishnerismo”, una simplificación genial que golpea más que a cierto peronismo o a todo el peronismo, a cualquiera que se acerque a “la yegua”. Los creadores de “gorila” nunca imaginaron que la derecha algún día tiraría la pelota para este lado. Veamos este detalle pintoresco: gracias a la fricativa sorda postalveolar (la “sh”, que se puede estirar todo lo que haga falta para lograr el mayor efecto dramático posible) “kishnerismo” suena como un intento enérgico de escupir un pedazo de mortadela incrustado en los dientes. Vociferado por gente de tono afectado, cheto, como Macri o Zdero, se oye desdeñoso; dicho por Milei o Pato Bullrich es una ráfaga de metralla. Pero esa puteada consonántica que hoy es patrimonio del pueblo es el resultado de una construcción de sentido que demandó la acción coordinada de intelectuales, legisladores, periodistas, fiscales y jueces durante más de una década: brazos armado...