Este sábado después de la marcha del orgullo antifascista, antirracista y LGBTIQNB+, el streamer de derecha Erick Kammerath concluyó que la movilización “fue un fracaso absoluto”. Lo hizo a partir de analizar una foto aérea de Plaza de Mayo en la que no parecía haber tanta gente. Su finalidad era desdramatizar el supuesto “antes y después” de la Era Milei.
Por eso también fustigó a quienes “convocaron” directa o indirectamente a la marcha. Aparte de los medios alineados con el zurdaje y el kirchnerismo, como El Destape, brillaron personajes como Sergio Massa, defensor de la “agenda globalista” (este concepto es clave en la vuelta de tuerca que los libertarios le están dando a su batalla cultural).
Entre los “tapados” estaba, por ejemplo, La Nación. Según Kammerath, si bien no promocionó la actividad directamente, sí informó a lo largo de la semana las coordenadas de la marcha, lo que equivale a hacer propaganda encubierta. Lo correcto hubiera sido no publicar nada.
Pero volvamos a la “agenda globalista”. Kammerath recordó que la Revista Anfibia, lejos de la ingenuidad de sus lectores, respondía a oscuros intereses, como lo revelaba el tuit del 31 de enero de la propia publicación:
“¿Sabías que Trump congeló los fondos que entrega a la cooperación internacional y muchos medios y organizaciones de la sociedad civil perdieron financiamientos? Esta semana Anfibia perdió un porcentaje importante de su presupuesto”.
El financiamiento de Anfibia ya había sido analizado en 2021 por Conrado Yasenza, director de la Revista La Tecl@ Eñe. El periodista se había puesto en contacto con la Asociación Civil Cronos, que edita Anfibia y Cosecha Roja, a partir de un leak que indicaba que había recibido “US$ 80.000 de la Fundación para la Democracia (NED por sus siglas en inglés) para formar periodistas cubanos para que cubran ‘la violencia y crisis en la pandemia Covid-19’”. Anfibia y Cosecha Roja también dependen de la Universidad Nacional de San Martín.
En el ida y vuelta epistolar con la gente de Cronos, Yasenza evaluó que si la NED y la OFS (Open Society Fundation, creada por George Soros) financian Anfibia y sus proyectos periodísticos, “no creo que estas fundaciones dejen de lado su accionar injerencista contra gobiernos populares de la región”. Estaban siendo bancados por un organismo ligado al Departamento de Estado. Incluso citó al expresidente Rafael Correa, que aseguró que la NED “es una agencia de la CIA que financia organizaciones no gubernamentales y fundaciones para desestabilizar a los países de la región”.
Ensañado con Anfibia, Kammerath apuntó que hasta la bandera que figura en el header del portal (la bandera del orgullo gay) estaba “tapando la bandera argentina”. Vale decir que sus prioridades no tendrían nada que ver con el interés de la patria.
En su nota de 2021, Yasenza, que es docente de Periodismo y Literatura en la Universidad Nacional de Avellaneda, se había mostrado disconforme con las evasivas de la gente de Cronos, y había cuestionado la “narrativa anfibia acorde a tiempos de excesivo pragmatismo financiero neoliberal, con una interesante pátina de formación periodística que permea mucho entre les estudiantes de las universidades públicas del conurbano”.
En definitiva, el debate sobre el injerencismo de EEUU en otros países a través de fundaciones que financian la “agenda woke”, la agenda verde, la de DDHH o la de la diversidad, debería ser igual de relevante que el del financiamiento de centros de estudio y think tanks de la derecha. El hecho de que estas fuentes de financiamiento haya que buscarlas con lupa genera aún más suspicacias.
Ahora bien, Kammerath aprovecha ese talón de Aquiles para plantear la dicotomía nacionalismo-internacionalismo. En este punto no le importa ponerse momentáneamente en la vereda de enfrente de EEUU. Su conclusión es que cualquier discurso que esté bancado por organismos extranjeros queda automáticamente desautorizado.
Kammerath es hijo del exintendente de Córdoba Germán Kammerath, un poderoso dirigente conservador procesado, condenado y sobreseído en distintas causas de corrupción: la superioridad moral que predica el hijo también está llena de zonas grises que lo alcanzan a un golpe de Google.
Kammerath (h), “analista político, columnista y ensayista. Conservador”, no niega el carácter eminentemente político de la marcha. Al contrario, busca instalar una nueva fase de la batalla cultural de la derecha, oponiéndose a la NED desde la “Fundación Libre”, un “centro de estudios de Libertad y Responsabilidad”.
Hace pocos días en Davos el presidente Milei dijo: “Quiero ser claro que cuando digo abusos no es un eufemismo, porque en sus versiones más extremas la ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos, por lo tanto quiero saber quién avala esos comportamientos”.
Para Kammerath (y Milei y Agustín Laje Arrigoni, también cordobés, entre otros) la pelea no es contra los putos sino contra la “agenda globalista”. Busca cerrar filas en un proyecto político que justifica plenamente el adjetivo de la marcha, que no sólo fue LGBTIQNB+, sino “antifascista”.