Dice Borges en “La muralla y los libros”: “Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él”.
Zeitgeist
Más intuitiva que científicamente, la política comunicacional de cualquier gobierno, también del de Leandro Zdero, consiste en abolir el pasado y construir una nueva realidad en base a lenguajes simbólicos que legitimen su programa. El mayor logro de un plan de esta magnitud es que la gente piense que los nuevos postulados son verdaderos porque para el resto de la sociedad lo son. Como dice Mario Riorda: “El universo simbólico ofrece el más alto nivel de integración a los significados dentro de la vida en la sociedad”.
Cuando este viernes el gobierno de Leandro Zdero cerró Somos Uno (el sistema de medios públicos provincial) hizo honor al relato instalado en la campaña: el de la austeridad. Como Shih Huang Ti, Zdero ordenó que la historia comenzara con él. Usó todas las armas a su disposición para marginar a sus predecesores; los denunció, los confinó a la cárcel, castigó a los beneficiarios de sus políticas, desmontó uno a uno sus programas, y puso -pauta mediante- a todos los medios de comunicación relevantes a su servicio.
Borges nos cuenta que Shih Huang Ti había desterrado a su madre por libertina, y que tal vez quiso borrar los libros canónigos porque éstos lo acusaban. O sea, “abolir todo el pasado para abolir un solo recuerdo”. Análogamente, Zdero habría querido aniquilar, más que la obra de Jorge Capitanich, el recuerdo de su paso vergonzante por la política marcado por una notable sucesión de traiciones, arrastrándose siempre a la sombra del caudillo radical Ángel Rozas y obrando cada miércoles como un comentarista fronterizo de los logros del peronismo.
Realpolitik
Dejemos de una vez la hipérbole: todo en Shih Huang Ti era monumental; Zdero hace malabarismos para inaugurar una vivienda construida por la gestión anterior. Volvamos al cierre de los medios públicos, que el gobernador pudo haber concretado al asumir en diciembre de 2023. ¿Por qué no lo hizo? Porque lo convencieron de que podía convertirlo en un ariete. Fue una excepción en su plan de abolir el pasado.
Chaco TV era una formidable herramienta de propaganda. Para potenciarla, aparte de cambiarle el nombre apostó a la inversión público-privada: la Provincia ponía los recursos y pagaba los sueldos y la pauta; los privados tiraban sus magias. Julio Wajcman y Marcelo Rubiolo fueron los refuerzos más renombrados de ese experimento. Pero un año después Zdero se dio cuenta de que en lugar de potenciarse, lo público y lo privado se anularon mutuamente. Lo que parecía una inversión se convirtió en un gasto. “Somos Uno”, ex-Chaco TV, ¡afuera!
El problema central de esta decisión no parece ser el ataque a la libertad de prensa. “Oficina de propaganda” y “libertad de prensa” forman un oxímoron, no importa si están en Ecom o en la privada de Marcos Resico. El problema inmediato es que echaron a 86 trabajadores.
Y el problema concomitante es que destruyeron una bandera del peronismo, como cuando los macristas vandalizaban la iconografía de la Década Ganada: los carteles de Paka-Paka, las esculturas de Zamba; o cuando Javier Milei ordenó retirar el busto de Néstor Kirchner de la sede de la Anses, o cuando Victoria Villarruel hizo lo propio con el que se erigía en el Salón de las Provincias del Senado, o cuando le impusieron un nuevo nombre al CCK. Era la deskirchnerización del mundo, la “batalla cultural”.
Es la economía, estúpido
Los argumentos expuestos para el cierre de “Somos Uno”, especialmente por el actual presidente de Ecom Chaco, Adrián Veleff (Luis Verga, su predecesor, fue catapultado del cargo por sospechas de corrupción que el propio Veleff asegura haber denunciado en la Fiscalía de Investigaciones Administrativas) se sustentan en la falta de rentabilidad: el canal y la radio se comían el 20% del presupuesto del organismo, y ni obtenían utilidades ni cumplían su finalidad política.
Para llegar a esos números y no quedar pegado a lo que él mismo estaba denunciando, Veleff se valió de omisiones y generalizaciones. Desde 2006, el presidente de Ecom cobraba un sueldo equivalente a 948 puntos del escalafón. En el Acta de Directorio del 12 de Agosto de 2024 se aprobó por unanimidad -obviamente- elevar ese sueldo a 2000 puntos. Los salarios de los integrantes del directorio se calculan como porcentajes del sueldo del presidente. A título de ejemplo, antes del acta del 12 de agosto, un director cobraba alrededor de $ 1.900.000; según cálculos oficiosos, el actual ronda los siete, ocho millones. Veleff sumó todo, como si fuera un auditor externo y no el beneficiario de los 2000 puntos.
Tampoco habló del gasto en los “refuerzos” antes mencionados: Wajcman, Rubiolo y otres. Pero incluso si se hubiera autoincriminado, es más difícil refutar su afirmación de que los medios púbicos se transformaron en una “agencia de empleo” multiplicando su planta de personal sin resultados que lo justificaran. Si fue en tres años o en diez es una discusión secundaria. En cualquier caso, el error de esta mirada mercantilista es que supone que los medios públicos tienen que dar ganancias, como una verdulería.
Miradas distintas
La razón de ser de un medio público no es ganar plata. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, marco que dio sentido a Chaco TV, promovía la diversidad y la universalidad en el acceso y la participación a contenidos de calidad para garantizar el derecho a la información y a la libertad de expresión, satisfacer las necesidades de comunicación social de las comunidades, promover la igualdad de oportunidades, etc. Los medios públicos son una inversión, no un gasto. Sólo un libertario puede medir la cultura y el derecho a la información en términos pecuniarios.
Cierto es que Chaco TV nunca cumplió su propósito cabalmente. No lo hizo durante los gobiernos peronistas; mucho menos durante el actual. Y no es que en el último gobierno de Capitanich no lo hayan intentado, pero por razones que no son objeto de este artículo el camino se hizo cuesta arriba y ese objetivo quedó trunco tras algo más de una década de funcionamiento.
Organizacionalmente, trasladar Somos Uno de Ecom al Poder Ejecutivo (el nuevo engendro conservará el nombre del anterior pero no a sus empleados) para integrarlo al Ministerio de la Verdad que conduce Marcos Resico (la Secretaría de Asuntos Estratégicos) tiene todo el sentido del mundo: ahora los redactores del área de prensa del gobierno y los propaladores de gacetillas por medios audiovisuales estarán en el mismo lugar y, lo que es más importante, cobrarán los mismos sueldos. Adicionalmente, Zdero no será denunciado por utilizar la infraestructura y los recursos técnicos de los medios públicos para potenciar la campaña legislativa de su partido.
Lo que Zdero ha destruido con el relato de la austeridad es un sueño que no fue. “Chaco TV” no fue la BBC ni la televisión pública alemana (es verdad que “Somos Uno” tampoco consiguió ser Fox News, ni siquiera Neura Media). El destino de los medios públicos, en el nuevo sentido común de los chaqueños y chaqueñas, estaba sellado desde hacía tiempo.