Existen agendas que trascienden la coyuntura de una elección o de un discurso presidencial; que se diseñan más allá de las fronteras del pago chico pero impactan irremediablemente en él. Es fundamental desmontarlas desde el pensamiento nacional.
Pero, ¿qué es eso de “pensamiento nacional” y por qué importa justamente ahora?
Durante la Década Infame, los jóvenes radicales de FORJA tuvieron un debate fundamental con el aprismo peruano. Ambos movimientos, FORJA y la Alianza Popular Revolucionaria Americana, nacieron de la reforma universitaria cordobesa de 1918, pero el aprismo era marxista y el forjismo no.
Para aplicar a Marx, el aprismo se vio forzado a dar vuelta la tesis de que el capitalismo será destruido por el proletariado esencialmente industrial, porque en Perú no había ni obreros industriales ni capitalismo, pero sí imperialismo. Terminó afirmando que en Latinoamérica el capitalismo era la última etapa del imperialismo.
Para FORJA, Marx había escrito en Europa y en el siglo XIX elementos radicalmente distintos a la Latinoamérica del siglo XX. Sostenía que la lucha de clases no aplicaba a la realidad local y que la liberación nacional sólo puede ser la resultante de la unión de clases y no de su oposición.
En lugar de tributar a una teoría exógena para explicar nuestra realidad, FORJA abogó por sentar las bases de un pensamiento nacional que contribuyera a empoderarnos emancipándonos de los centros de producción del saber. El lector estará al tanto de que el trabajo de FORJA es antecedente histórico de la doctrina peronista.
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El periodista ucraniano-chileno Oleg Yasinsky ha hecho hace poco un interesante recorrido por la historia de la USAID, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, supuesto instrumento de ayuda humanitaria, cooperación y asistencia.
“Todas las decenas de guerras e invasiones practicadas por el 'Imperio del Bien' después de la Segunda Guerra Mundial, contra los gobiernos desobedientes, tuvieron su etapa previa, 'híbrida' como dicen ahora, es decir, un trabajo de desestabilización interno”.
La estatal USAID y la privada Fundación Soros también hacen inteligencia recopilando datos personales, privados y reservados de activistas políticos, dirigentes de partidos, élites económicas e intelectuales de cientos de países, aseguran desde Yasinsky hasta Rafael Correa. Todos esos datos van a parar a la CIA.
“Sacar los tanques a las calles o bombardear palacios de gobierno ya es cosa del pasado. Hoy los Golpes de Estado son invisibles, los países se conquistan con cambios en las líneas editoriales de sus medios, ‘votaciones democráticas’ y la redacción de anexos reservados para los convenios internacionales”, señala el periodista.
Las filtraciones recientes de operaciones de la USAID por parte de Elon Musk y el hijo de Donald Trump apuntan a demonizar a la agencia y desguazarla, pero para crear algo posiblemente menos sutil. Ahora “usará cada vez más la inteligencia artificial y buscará armas, bacterias y estrategias cada vez más letales” para reconfigurar el mapa geopolítico global.
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Para explicar el discurso anti-woke de Milei en Davos, sus exégetas dijeron que lo que estaba cuestionando el presidente era la Agenda 2030, los ODS. Y esto es posiblemente cierto, porque uno de los países que mayores esfuerzos ha hecho para alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible ha sido China, el enemigo jurado de Donald Trump.
Ahora bien, si vamos a discutir agendas, tenemos que entender su verdadero alcance. Las multitudinarias marchas de la comunidad LGBTQ+ de repudio al fascismo y racismo de Milei sólo tocan una de las aristas de la Agenda Trump -la embestida anti-woke- pero ni siquiera rascan la superficie de los programas que hay detrás. El problema impone un verdadero pensamiento nacional: entender, a la luz de la Historia y desde el punto de vista de los sectores populares, cuál es el plan que nos incluye inopinadamente.
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Las operaciones mediáticas, políticas y judiciales contra los gobiernos de Néstor y Cristina contrastan con el apoyo militante de esos mismos sectores al gobierno de Mauricio Macri. Lo mismo sucede con el acompañamiento a la administración de Javier Milei, más burdo cuanto más violento es el “estilo” comunicacional del gobierno.
Si los intereses de los medios están alineados con los de Milei, y éstos con los de EEUU, entonces la continuidad está a la vista, injerencia yanqui mediante.
Un eventual triunfo del campo popular en Argentina nos pondrá nuevamente ante el escenario vivido entre 2015 y 2023, ahora no sólo con los medios tradicionales bombardeando cerebros, sino con aviesas operaciones a través de las redes sociales financiadas desde las organizaciones más insólitas.
¿Cuánto podría resistir un gobierno semejante embestida? ¿Qué condicionamientos le impondrían para mitigar esos ataques? ¿Qué rol ocuparía la Justicia si se desencadenara un nuevo ciclo redistributivo para fortalecer la obra pública y el desarrollo industrial? ¿Qué golpes de mercado sufriría?
Hace un rato leía un posteo del concejal Fabricio Bolatti explicando cómo el oficialismo en el Concejo Municipal de Resistencia intentaba colar en un magro aumento de sueldos las condiciones para un “operativo retirada” del intendente Roy Nikisch. Los comentarios eran alucinantes: todos y todas puteando, literalmente, al edil.
“Hace silencio Bola...tti. En un año, el actual Intendente, hizo más, que en los 16 años de Milton y de Gustavo. Seguí llorando Kirchnerista zurdo”; “Capitanich y Gustavo Martínez tendrían que estar presos. Convirtieron al Chaco un una Villa Miseria”; “Pelado delincuente!!!!!!!! Papi koki te pasa la manutención??”; “Se te terminó el curro”; “Cómo te duele Bolatti”; “De donde saca tanto dinero Bolatti para hacer esta clase de publicidad en forma permanente”, etcétera.
No se puede debatir con kamikazes. No tiene sentido. No son intelectuales cooptados por la derecha: son soldados voluntarios. Tienen los mismos problemas que nosotros pero los canalizan puteando zurdos. Lo que sí tiene sentido es entender que entramos en una nueva Era, en un reseteo, y podemos enfrentarlo con las recetas que nos provee el pensamiento colonial, o con la consolidación del pensamiento nacional. Elijo la segunda.