Milei nunca entendió que su papel en el tablero político es meramente funcional: quienes lo pusieron ahí también lo pueden sacar. Su dispositivo mediático bien aceitado es sólo una parte del todo. Maneja la agenda cuando las cosas le salen, pero cuando cruza ciertos límites la agenda lo maneja a él.
La entrevista que le dio a Joni Viale derivó en una acusación apenas velada del periodista a sus colegas Luis Majul, Eduardo Feinmann y Esteban Trebucq por haber recibido guita para bancar la campaña de Horacio Rodríguez Larreta. Dijo que podía contar qué día y en qué estacionamiento le entregaron a uno de ellos -al parecer a Feinmann- un sobre marrón.
Fue en respuesta a las críticas de estos antiguos compañeros de ruta al papelón de la entrevista con Milei. Pero esas críticas eran más pesadas: le estaban soltando la mano a él y a Javo. Le estaban dando la extremaunción al gobierno libertario. Y ya se sabe que cuando Clarín y La Nación abandonan el barco, cosas mágicas sucederán.
Luego del mensaje de Joni Viale, Milei, que no puede dejar de tuitear como un poseso, pidió que la Justicia investigue ¡a Rodríguez Larreta! Al diablo la estrategia comunicacional, al diablo el dispositivo mediático, al diablo todo. Ni Santi Caputo, que ayer le ofreció su renuncia, lo puede parar. Es muy impresionante lo que está pasando.
¿Cuántos días pasarán antes de que el Departamento de Justicia de EEUU agencie la indagatoria contra Karina y Javo? ¿Harán algo los medios locales para desviar la atención? ¿Qué funcionarios presentarán su renuncia para no ser arrastrados por el tsunami? Los dirigentes macristas que saltaron a las fuerzas del cielo, ¿volverán silbando bajito? Si Macri ve que Milei hasta regalado es caro, ¿acompañará el pedido de juicio político?