Víctor Zimmermann y ‘Peteco’ Vischi fueron los personajes más nombrados por la prensa nacional este viernes. Estuvieron en boca de Gasulla, Navarro, Tenembaum, Verkovich, Fontevecchia, y la lista sigue. Todos se preguntaron lo mismo: ¿por qué votaron en contra de investigar al presidente en un escándalo internacional que lo tiene como protagonista?
Los dos radicales, el chaqueño y el correntino, pusieron el último clavo en el ataúd de un partido que ya no sabe de qué disfrazarse. En vez de reivindicar a ese rejunte que la prensa amiga denominó “dialoguista”, eligieron emular la Ley Banelco de los 2000 que marcó el principio del fin del gobierno de Fernando De la Rúa.
Zimmermann y Vischi son las máscaras de una República aciaga; los atorrantes que encubren una estafa internacional aduciendo “Ah, pero el kirchnerismo”. Sólo falta que los enganchen cruzando al Paraguay.
Pero pensar que actuaron por cuenta propia es un error. A quienes los medios nacionales apenas mencionaron fue a los jefes políticos de Zimmermann y Vischi: Leandro Zdero y Gustavo Valdes. Zimmermann incluso reconoció que fue Zdero quien le dio la orden de abandonar el Ministerio de la Producción, volar a Buenos Aires y bloquear cualquier intento de investigar la criptoestafa de Milei. Zdero es, según la confesión de Zimmermann, el autor intelectual de su voto no positivo.
En el mejor de los casos fue un doble encubrimiento gracias al que, sin consecuencia alguna, Milei pudo regalarle a Elon Musk una motosierra fabricada en el Chaco (ni a Alberto Laiseca se le hubiera ocurrido semejante metáfora) y Zdero puede seguir ingobernando como Pancho por su casa.
Después de Hernán Halavacs, el Señor Verga, los millones en pauta publicitaria, el tipo que dijo que venía a trabajar al lado del campo y a terminar con la corrupción dejó en banda al campo y se pegó como un chicle al zapato del político más corrupto del momento: Javier Milei. Seguramente en una semana o dos el peronismo chaqueño estará difundiendo un documento de repudio.