El discurso de Milei en Davos tenía como destinatarios a los matones del planeta, que nombró uno por uno, desde Donald Trump y Víktor Orbán hasta Giorgia Meloni, Benjamín Netanyahu y Elon Musk. Eligió el “wokismo” como campo discursivo porque era el único en el que no quedaba, como el resto del mundo, atorado por las barreras físicas y arancelarias de Trump, y tampoco quería mostrarse como un apólogo del libre mercado frente a la hoja de ruta proteccionista de la nueva administración estadounidense. Pero sus palabras también produjeron el rechazo categórico de amplios sectores en Argentina. Desmovilizados los sindicatos, extraviados los partidos de la oposición, destractorizados los terratenientes y uberizados los trabajadores informales, logró juntar a todos sus adversarios para dar una pelea que, igual que ocurrió con la defensa de la educación superior, tiene muchas chances de perder. Cabe recordar que las conquistas sociales que el presidente atacó en Davos tienen un lar...