“Ya no nos representan, no nos pidan el voto”, le dijo el pueblo chaqueño a la clase política el 11 de mayo. El abstencionismo histórico no fue anticipado por ninguno de los actores. Ni Capitanich, especialista en analizar series históricas y curvas estadísticas, ni Zdero, que había contratado a empresas equipadas con la última tecnología en big data, leyeron lo que se venía. Hubo quien propuso que el gobierno no sólo lo sabía sino que preparó el terreno tocando unos botones y publicando unos flyers. Salí de ahí, Maravilla. No hay ingeniería social que consiga en pocas semanas semejante tendencia, como no la hay para ganar por paliza por mucho algoritmo que manipulen. Lo que no significa que el abstencionismo, que surge de una mera constatación, no haya beneficiado a los aparatos oficialistas, pero eso es otra cosa. Santa Fe, Chaco, Jujuy, San Luis, Salta y CABA confirmaron una tendencia que debe ser leída en clave de divorcio colectivo pese a los intentos de los triunfadore...