“Ya no nos representan, no nos pidan el voto”, le dijo el pueblo chaqueño a la clase política el 11 de mayo. El abstencionismo histórico no fue anticipado por ninguno de los actores. Ni Capitanich, especialista en analizar series históricas y curvas estadísticas, ni Zdero, que había contratado a empresas equipadas con la última tecnología en big data, leyeron lo que se venía.
Hubo quien propuso que el gobierno no sólo lo sabía sino que preparó el terreno tocando unos botones y publicando unos flyers. Salí de ahí, Maravilla. No hay ingeniería social que consiga en pocas semanas semejante tendencia, como no la hay para ganar por paliza por mucho algoritmo que manipulen. Lo que no significa que el abstencionismo, que surge de una mera constatación, no haya beneficiado a los aparatos oficialistas, pero eso es otra cosa.
Santa Fe, Chaco, Jujuy, San Luis, Salta y CABA confirmaron una tendencia que debe ser leída en clave de divorcio colectivo pese a los intentos de los triunfadores de celebrar victorias módicas. La abstención como hecho social es casi indescifrable: la sociedad ya no cree en el sistema y nadie sabe qué hacer al respecto, pero como hecho político no tiene la potencia electoral del voto en blanco.
En las elecciones presidenciales de 1963, Arturo Illia ganó con el 25,24% de los votos emitidos, pero con el peronismo proscrito el voto en blanco alcanzó la friolera de 19,41%. Sin legitimidad política, Illia no pudo enfrentar la embestida del diario La Nación, Rockefeller y la oligarquía local, y en tres años sucumbió ante un nuevo golpe de Estado. No hubo tiros, sólo una “campaña de desmoralización”. La mañana del 28 de junio de 1966 tres militares y la guardia de infantería de la Policía Federal entraron a su despacho, hubo un intercambio de reproches y el presidente depuesto, exánime, pidió un taxi y se fue a la casa de su hermano.
El 11 de mayo en Chaco el voto en blanco ni siquiera llegó al 1,5% del padrón; la abstención fue de casi el 50%. El divorcio es total pero gracias a la abstención -que no al voto en blanco- la casa está en orden. Zdero no está pensando ni en la revinculación con la gente ni en recalcular. Por su mente vaga hasta desvanecerse la imagen de su reelección, el desfile militar y la suelta de palomas, y enseguida vuelve a enfocarse en el ahora.
Por eso la puesta en escena tras el fallo de la Justicia de Faltas que condenó a tres empleados públicos por haber hostigado a una funcionaria en las redes sociales, no es más que la continuidad de las tácticas con las que el Pibe de Oro llegó hasta acá. Así como usó la Mesa Judicial para encarcelar dirigentes piqueteros y opositores y explotar políticamente la coyuntura, ahora usa una sentencia contra tres lúmpenes para hostigar al movimiento sindical.
Por supuesto UPCP denunció la maniobra: “Aludir públicamente al Secretario General del Gremio -en lugar de señalar al victimario- revela una clara intención de persecución política”. También aclaró que esa organización realizó jornadas de formación en erradicación de violencia de género, y recordó que es el gobierno el que tiene la obligación de hacer cumplir la Ley Micaela.
El trasfondo de la aparatosa conferencia de prensa no es otro que el escenario de conflictividad laboral que atraviesa la Provincia: un récord de medidas de fuerza de acción directa a causa del atraso salarial del modelo Milei-Zdero. Así que sí: la reconfiguración para volver a amigarse con la sociedad tendrá que esperar. Es momento de ir contra los trabajadores y sus representantes, que tampoco, todo sea dicho, gozan de la mayor legitimidad.