En la ‘Saga de la Fundación’, Isaac Asimov describe una ciencia llamada “psicohistoria” que, combinando historia, psicología y estadística matemática, establece con precisión el comportamiento de poblaciones enormes a lo largo del tiempo. Sabe, con miles de años de anticipación, que el Imperio Galáctico va a caer.
Cuando el radicalismo ganó las elecciones en 2023, algunos amigos me dijeron: “Tenemos Zdero para ocho años, mínimo”. Creo que aplicaron mal los datos de la psicohistoria. A catorce meses vista de la asunción de Zdero me animo a decir que es un gobierno terminado.
Más allá de la falta de pericia en la gestión, o a propósito de ella, Zdero decidió gobernar mirando hacia atrás en lugar de hacia adelante. Construyó su narrativa, pero también sus políticas más agresivas, criticando la pesada herencia. Y ya se sabe que buscar excusas en el pasado tiene sus límites.
El problema, más allá de lo que diga el ranking de gobernadores históricamente liderado por radicales, es que la flecha del tiempo se dirige hacia el futuro, salvo que Zdero haya decidido derogar la segunda ley de la termodinámica. Y el futuro, incluso el futuro inmediato, es más negro que la materia oscura.
Entiendo la guerra de memes, entiendo los allanamientos promovidos por la mesa judicial del Pato Gómez; sé que con esas tácticas el gobierno podría hacer una buena elección el 11 de mayo, pero nada de eso resuelve los problemas que tiene por delante, y que ha decidido ignorar.
El más urgente, a juzgar por el anuncio de un tractorazo del campo para este miércoles, es el del abandono del sector del que se declaró “aliado”, en el marco de la peor sequía en décadas. La solución de Zdero para no comprometer las arcas provinciales fue pasar la gorra por los despachos de la Capital, que de momento evalúan homologar el decreto provincial para que el Sistema Nacional para la Prevención y Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios al menos le postergue al campo chaqueño el pago de autónomos en ARCA.
Lo mismo puede decirse de la crisis del transporte público, los tarifazos energéticos, el déficit fiscal y la pauta salarial. Cada vez que enfrenta una crisis, Zdero se tapa los oídos y canta: “¡Alabaré, alabaré!”, mientras Resico apura operativos conjuntos con los medios paraoficiales para poner en la agenda el debate sobre la cuestión piquetera, que según ellos, paradógicamente, se resolvió el 9 de diciembre de 2023.
Insisto, es un gobierno terminado. Lo que viene después de las elecciones del 11 de mayo es una larga agonía. La responsabilidad de la oposición es que la sociedad, que ya lo intuye, se termine de convencer.