La denuncia de docentes preocupados por militantes de Zdero que hacen campaña en las escuelas es atrapante. Siempre que aparece la política, pasan cosas.
Dicen que la política se cuela en las aulas. Las aulas entendidas como un espacio neutral. Pero el sistema educativo no es neutral, los contenidos no son neutrales, la pedagogía no es neutral, el principio de autoridad no es neutral.
El sistema educativo es el sistema de adoctrinamiento más grande del mundo. ¿O alguien cree que la educación es un conjunto de saberes asépticos y valores universales transmitidos durante diez años para ser aplicados en un futuro utópico para el bien común?
Por otra parte, si la escuela fomenta el espíritu crítico, como dicen los denunciantes, la visita de militantes políticos para explicar una plataforma legislativa debería ser vista como una oportunidad inmejorable para ponerlo en práctica en situaciones reales. En vez de denunciar a los militantes políticos, deberían buscar formas de regular esa dinámica y estimularla.
¿Acaso no se les permitió durante años a los vendedores de libros escolares desfilar por las aulas ofreciendo a los alumnos los productos de sus editoriales? ¿Por qué está bien recibir a los promotores de las agencias de viajes estudiantiles para elegir paquetes turísticos y esquilmar a las familias, pero está mal escuchar a quienes promueven la participación democrática en el sistema republicano? ¿Sólo cabe adoctrinarlos como consumidores?
El verso del adoctrinamiento en las escuelas es un frame de la derecha. El kirchnerismo lo sabe muy bien. Despolitizar, que es lo que piden estos docentes, es lo contrario a fomentar el pensamiento crítico. La tradición pitagórica, el helenismo, el cuidado del ambiente, los derechos humanos, el respeto a las leyes, los principios morales, ¿no son doctrina?
El coraje de los docentes que cuestionaron “la politización de las aulas” se vio empañado por el anonimato de sus denuncias. La escuela les enseñó a no dar la cara para evitar represalias. La doctrina del miedo. Esa sí es legítima.
Si las aulas no se politizan, en el sentido amplio del término, entonces no hay espíritu crítico. Si los debates que se da la clase política no se problematizan, no sólo no hay espíritu crítico sino que habilitamos todas las formas posibles del totalitarismo. Y después nos quejamos porque los pibes y pibas de dieciséis votan a Milei.