En tres días se conocerán los nombres que integrarán las listas para diputados provinciales que competirán el 11 de mayo en Chaco. El peronismo va con tres frentes. Siempre se puede bajar alguno, por hoy por hoy no parece que haya vuelta atrás.
La interna que el PJ pateó para el 16 de noviembre de este año, la va a tener de todos modos en menos de un mes y medio. En cualquier momento Capitanich la hubiera ganado caminando, pero trasladada a una elección general tendrá dos consecuencias innecesarias: la fragmentación aún mayor del peronismo, y el triunfo, descontado, del oficialismo.
En una interna partidaria cerrada, el que pierde acompaña (la Carta Orgánica prevé la distribución de cargos de la siguiente manera: dos tercios para la lista que superó el 25% de los votos, sistema D’Hont para el tercio restante) y por lo tanto no está tentado a sacar los pies del plato; en una interna a cielo abierto, el que pierde le birla una banca al que gana, o no la consigue pero aún así le impide tenerla, y una vez que pasaron las elecciones se dedica a esmerilarlo.
A esta altura no hay dudas de que para el coquismo el objetivo es barajar y dar de nuevo, y que se mueran los feos. Sin el lastre de traidores (que son, en cualquier liderazgo, los que no piensan como uno) y ventajeros (que son, en cualquier recorte histórico, los que se apuran a recoger la cosecha), Capitanich puede trazar un nuevo rumbo de cara a 2027. El nombre escogido para la alianza remite claramente a los orígenes de ese sueño.
Pero no deja de ser un juego peligroso. ¿Qué es una buena elección? ¿Cómo medir las performances internas con los parámetros de una elección general que ni siquiera es una PASO? Nadie se pondrá de acuerdo, después del escrutinio, respecto a si el Frente Chaco Merece Más hizo una buena elección. El liderazgo de Capitanich ya no será indiscutible. Salvo que haga una elección histórica.
Los comicios del 11 de mayo desgastarán aún más, si cabe, la convivencia en el PJ, y así será el camino, cuesta arriba, hacia las legislativas nacionales de octubre, en las que Capitanich sería candidato a senador nacional.
Pero hay otra alternativa, una idea loca que me planteaba un amigo hace un par de días: ¿y si Capitanich es candidato a primer diputado provincial, pero posta posta? Repetir la fantasía de quedarse en la provincia, como en 2015, dejaría a todos con el culo al viento. ¿Te imaginás un debate entre Coqui y Gyöker? Los miércoles serían los días más divertidos de la política local. Todo el mundo hablaría de él, y volvería a echar raíces. Cuando Rozas se fue al Senado, omanó. Etcétera.
Al principio pensé que estaba loco. Pero para locos, Milei.