Si Juan Román Riquelme hubiera tenido que explicar el mal momento xeneize en los términos en los que Leandro Zdero procesó la paliza parlamentaria que se comió ayer, el Mundo Boca ya estaría pidiendo su renuncia.
Zdero repitió el error que cometió apenas un par de veces en campaña: abrir la boca. Y ya se sabe: el que se enoja, pierde. Pero aclaremos algo: no es que se enoja porque “una vez más asistimos a un nuevo golpe, esta vez hacia todos los chaqueños”. No se enoja por la “maniobra perversa y oscura” de Capitanich, que según él decidió el resultado de la elección. Zdero se enoja por impotencia.
Es harina de otro costal decidir si él tiene razón cuando dice que con US$ 150 M se mitigaría el impacto de un verano plagado de cortes de luz, o si la razón la tiene Capitanich cuando dice que entre las plantas solares y las de biomasa “se sobrecumple el objetivo llegando a 396 MW de oferta adicional al sistema interconectado”.
Lo que importa es que en política se gana por la fuerza bruta o buscando consensos. Y si Zdero no tenía asegurados los dos tercios sólo le quedaba la segunda alternativa: tomarse un batido de clonazepam y sentarse a dialogar.
No fue lo que hizo. Convocar a los intendentes y a los jefes de bloque un par de horas antes de la sesión para “explicarles las inversiones” que iban a promover y que no estaban detalladas en el proyecto no es una mesa de diálogo. Y menos si él ni siquiera se sienta en esa mesa.
Mandar a todos sus funcionarios, desde Bistoletti hasta Nicolás Diez, desde Pato Gómez hasta Guillermito Agüero, a copar la agenda mediática tratando de mezquinos y sinvergüenzas a sus interlocutores, no es buscar consensos.
El proyecto, así como está, no se puede volver a presentar hasta el año que viene, según lo establece el Artículo 117 de la Constitución Provincial. Esto es seguramente lo que hizo explotar esa olla a presión que es el gobierno desde hace algunas semanas.
Pero en lugar de buscar culpables afuera, después de una derrota en “la Casa de la Democracia” de la que él fue abonado durante la mayor parte de su vida adulta, lo razonable sería reflexionar sobre los errores propios para llegar a buen puerto. Sobre todo si se tiene en cuenta que tenía a varios diputados y a muchos jefes comunales comiendo de su mano.
En su discurso leído y por momentos titubeado (dijo cosas como “estaban buscando dilatar la dilación del problema”) el gobernador no habló de la responsabilidad que le cabe a su gobierno por haber aumentado el 700% el costo de la tarifa de Secheep. Tampoco explicó por qué no cerró un acuerdo con la empresa Aggreko para que no retirara los generadores apostados en varios puntos de la provincia. La pobreza del 76,2% durante su guardia tiene, entre otros componentes, el mencionado aumento de la boleta de luz. El peligro de que en verano los chaqueños y chaqueñas sufran interminables cortes de luz tiene, entre otros componentes, esa falta de previsión al soltarle la mano a Aggreko.
Zdero propuso “desterrar” la idea de que el Chaco no puede pagar las cuotas de los US$ 150 M, porque de hecho viene pagando ya US$ 90 M de “una deuda heredada” (de más está decir que fue una deuda promovida por el macrismo, que su partido votó con fruición militante). Ahora bien, si el Chaco tiene ese excedente, ¿qué le impidió pagar el alquiler de los generadores que estaban en el territorio en lugar de mandar al pueblo del Chaco sin escalas a la Edad Media? ¿En qué estaba pensando?
Las descalificaciones hacia la oposición, y en particular hacia Capitanich, que seguramente recrudecerán en los medios durante los próximos días, son un tema menor, producto de la calentura, de actuar como si siguiera siendo diputado provincial; de no hacerse cargo de su responsabilidad como gobernador.
La única cosa concreta que dijo respecto al costo de la derrota parlamentaria fue: “Tenemos muy pocos recursos y esto comprometerá la caja de la provincia”. Excelente noticia para la gente que viene pagando religiosamente su factura de luz con aumento y todo.