Hace un par de semanas el animador Julio Wajcman fue sacado del aire de Somos Uno mientras entrevistaba al exgobernador Jorge Capitanich. Aseguran que la orden la dio Leandro Zdero y la ejecutó Marcos Resico. Fue un escándalo que motivó una denuncia pública del PJ por censura.
Después de un fin de semana largo, Wajcman reapareció en el canal público con un extraño pedido de disculpas, no se sabe bien si a la audiencia, a Capitanich o a Zdero, porque en el medio aclaró que “es la última vez” que le hacen algo así. Pero, ¿por qué volvió?
Wajcman es un poderoso empresario multirubro que hizo su fortuna con fondos públicos utilizando como arma de asedio su poder mediático. Ni Rozas ni Nikisch ni Capitanich ni Peppo se animaron a desafiarlo. En cualquier caso, para Julio renunciar a esa fuente de dinero fácil por un malentendido sería disparatado. Por eso se bancó el destrato de Zdero, volvió y hasta pidió disculpas.
Porque a diferencia de Rozas, Nikisch, Capitanich y Peppo, Zdero es despiadado y no tiene códigos. Es mucho más parecido psicológicamente a Javier Milei de lo que se piensa. No sólo aspira a la aniquilación de sus adversarios políticos sino que exige obediencia ciega, quiere que los medios a los que inyecta miles de millones de pesos por mes promuevan su gestión, soslayen la pobreza, el ajuste, la corrupción del gobierno, y que le cierren la puerta a la oposición. Como el Dios del Antiguo Testamento, que le ordenó a Moisés: “Reúne a todos los jefes del pueblo, y ejecútalos delante de mí a plena luz del día. Así se calmará mi ira contra Israel”, Zdero demanda que se entreguen de cuerpo y alma, que se inmolen.
Julio Wajcman, que hasta ahora parecía inmune a las presiones, esta vez quedó en una posición incómoda y para reconciliarse con la fuente de su fortuna siempre en expansión, eligió capitular y, como el resto, inmolarse.
Este martes al entrevistar al diputado provincial Rodrigo Ocampo, a quien no llamaba desde hacía siglos, jugó una de esas cartas para congraciarse con el Pibe de Oro en la víspera de la misión oficial del gobernador a la Vieja Europa.
Mientras Ocampo hablaba de la “sólida” conducción de Capitanich hasta la derrota electoral del año pasado, y de la necesidad de pensar en “una nueva etapa para el peronismo en la provincia respetando la conducción de Coqui pero entendiendo que se vienen otros desafíos por delante”, Wajcman encontró la oportunidad que había estado esperando: “¿Pero vos lo estás desconociendo ya a Coqui?”.
“No, al contrario. Lo que digo es que empezó otra etapa y que Capitanich, como presidente del Partido Justicialista viene planteando hace tiempo un cambio de agenda y también un cambio de estrategia desde lo político electoral”, insistió Ocampo.
Las palabras del legislador no eran otras que las de Capitanich cada vez que propone la unidad a rajatablas explicitada en un reciente documento del PJ provincial, y el aggiornamiento del Partido para dar respuestas a las nuevas demandas de la sociedad, pero Julio, Julito de la Gente, el Julio militante, tenía una deuda pendiente con Zdero y esta vez no le iba a fallar.
Mientras se despedía de la audiencia pudo finalmente pagar la primera cuota de esa deuda: “Ya vamos a charlar con vos [Rodrigo Ocampo], seguramente también de los compañeros tuyos que se fueron con el gobernador de La Rioja. Pero bueno, esto está así. ¡Gracias Rodrigo! ¡Nos vamos Facu! Todos ahora lo desconocen a quien los llevó…”. En fin, el resto es historia.